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lunes, 27 de agosto de 2012

Las espinacas, parte 2 , Composición y propiedades




Como en todas las hortalizas de hoja, la espinaca no tiene un contenido extraordinario en sustancias nutritivas. En 100 g figuran 93 g de agua, 2,3 g de proteínas, 0,3 g de grasa y 1,8 g de hidrocarbonados, con solo unas 20 calorías. Pero resulta importante su rico contenido en vitaminas, valiosos minerales en forma de sales, clorofila, oligoelementos y fermentos. De cuanto exponemos a continuación, podrá deducirse fácilmente su enorme valor fisiológico y nutritivo.
Los elementos activos de la espinaca son tan numerosos que, como suele decirse, sustituyen media farmacia. Esta comparación no es, en modo alguno exagerada. Esta sabrosa hortaliza de hojas es rica en calcio, fósforo y azufre. Con sólo estos tres factores ocuparía ya un lugar destacado en el régimen nutritivo. Pero lo más importante es otra cosa: la espinaca ofrece una combinación ideal de toda la mejor farmacopea que reconocemos como necesaria y eficaz para la formación de la sangre, esto es: arsénico (0,009 mg en 100g), cobre, yodo, hierro (10 mg en 100g), vitamina C y clorofila, que es químicamente muy parecida a la hemoglobina humana.

¿Qué laboratorio puede ofrecer una mejor composición? Nuestros preparados de hierro no logran resultados mejores que el jugo crudo de espinaca, así como el de ortigas, que es de riqueza potencial equivalente. El jugo de espinacas ha demostrado su eficacia en el tratamiento de muchachas anémicas durante los años de desarrollo, para acelerar la reposición de sangre después de las operaciones, así como para las hemorragias internas declaradas u ocultas, cuyo tratamiento quirúrgico eventual o se debe abandonar. Pero si esto no fuera suficiente para convencerse de valor excepcional de la espinaca, añadiremos que la espinaca ocupa el primer lugar con gran ventaja entre las hortalizas por su contenido en proteínas, vitaminas y elementos minerales. Como además los componentes básicos sobrepasan a los ácidos, así la orina, con  una alimentación abundante en espinacas tiende, siempre que no se consuman demasiados alimentos de gran producción de ácidos, como carne, huevos, avellanas, nueces y similares o cereales, a una reacción alcalina, que es la que se busca en la enfermedades para la desintoxicación, evacuación y expulsión de sal.
                Contiene vitamina A en cantidad notable, es decir, la vitamina para la protección de la piel y las mucosas, que ni siquiera se pierde por cocción, evaporación o conservación. No deberá tampoco menospreciarse el excelente contenido en vitaminas B y C. Estas características hacen evidente que la espinaca y su jugo desempeñan un papel destacadísimo en las enfermedades gástricas de la lactancia y primera infancia. Naturalmente, puede decirse lo mismo respecto a la alimentación de enfermos.
                Este justo canto a las espinacas tiene, sin embargo, una estrofa que debe olvidarse. Ya fue entonada por los árabes, quienes sabían que la espinaca es <<buena para el hígado, curativa para ictericia y laxante para la digestión>>. Está antiquísima experiencia y comprobación queda hoy explicada desde que se descubrió la presencia de la secretina en la espinaca, que en combinación con la saponina (elemento de características similares a las del jabón) ejerce un efecto de aceleración y aumento de la secreción en el hígado, la vesícula biliar, el páncreas, el estómago y el intestino.

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