También
se conoce desde muy antiguo el efecto diurético de la cebolla en relación
conlas enfermedades circulatorias y reales. Cuando los medicamentos fracasan,
una cura de cebollas durante tres días puede hacer desaparecer acumulaciones de
agua en las piernas, el vientre, el hígado, la pleura y el pericardio, porque
el aceite de etéreo, los ácidos sulfaciánico y silícico y el contenido de
magnesio secan los tejidos facilitando el filtrado renal de agua y sal. Pero
probablemente el efecto no se debe tan sólo a esa influencia sobre la
irrigación de los tejidos renales, sino también a un mejor funcionamiento del
corazón, ya que las cebollas, al menos según se ha podido demostrar en
experimentos con animales, contienen elementos estimulantes par el corazón. Los
compuestos sulfociánicos actúan además como factores que hacen descender la
tensión sanguínea (hipotensores), para efectuar una cura de cebollas se toman
de 10 a 115 o más cebollas diarias de tamaño medio con miel para mejorar su
sabor o como ensalada con zumo de limón, aceite y nata ácida. Una cura de
cebolla puede prolongarse durante varias semanas.
¿Quién
no conoce el tradicional jarabe de cebolla como medicina en las afecciones
catarrales de las vías respiratorias? Esa aplicación está perfectamente
justificada. El aceite etéreo es eliminado en gran parte a través de los
pulmones, como ocurre con el puerro y el ajo, con lo que al resolver la
congestión de los vasos y pequeños conductos respiratorios, facilita la
expectoración y calma la tos y la irritación.
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