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lunes, 27 de agosto de 2012

Los limones y las naranjas en la nutrición



Cuando antiguamente en las ciudades sitiadas, los largos viajes por mar, las expediciones polares, se producía insuficiencia de alimentos frescos, surgía en los habitantes o en la dotación una enfermedad, que Cordus  describió por primera vez en 1534, el escorbuto, Muy pronto se comprendió también que los vegetales verdes, tal como la ficaria, podrían evitar y curar la enfermedad. Hoy sabemos que esa enfermedad está sobre todo producida por la falta de vitamina C, sustancia que en 1928 Szent-Gyögyi logró aislar como cuerpo químico puro y más tarde se denomino ácido ascórbico. Los marinos holandeses ya habían descubierto en el siglo XVI el efecto antiescorbútico de los limones y las naranjas y realmente las frutas de esta familia muestran un contenido extraordinariamente elevado de vitamina C. Entre nosotros es rara la aparición de casos de escorbuto, pero la investigación de los efectos de la vitamina C ha conducido a sorprendentes conocimientos y comprobaciones.

Su empleo en la vitaminosis C
La escasez en vitamina C se hará notar y sentir por cualquiera que se observe. Muchos investigadores se han ocupado de los síntoma de esta insuficiencia y han constatado que toda una serie de desórdenes orgánicos tienen por origen la falta de vitamina C. Ente ellos puede contarse la astenia (cansancio primaveral), la inapetencia, molestias reumáticas en los músculos, articulaciones y nervios. La tendencia a hemorragias de piel y mucosas, la propensión a catarros en las vías respiratorias, digestivas y urinarias. Cuando se presenta tales síntomas es el momento de consumir diariamente limones y naranjas para evitar graves lesiones orgánicas y recuperar salud, capacidad de rendimiento y fuerza de resistencia.
La necesidad media diaria en una persona sansa de vitamina C se calcula en 100 – 200 g de zumo de naranja o limón. A este respecto, debe tenerse en cuenta que se produce una necesidad de consumo muchísimo mayor en el embarazo, la lactancia, las enfermedades infecciosas, el cáncer, la diabetes, la enfermedad e Basedow y las intoxicaciones, así como con motivo de grandes esfuerzos. El hecho de que un intenso trabajo físico impone una mayor necesidad de vitamina C, al igual que las edades avanzadas.

Otros usos de estas frutas
El valor de la naranja y el limón no se reduce al contenido en vitamina C. También el ácido cítrico, presente en ambas frutas, ha de tenerse muy presente. Se produce en el organismo y se introduce en el sistema óseo. Desempeña un importante papel en el metabolismo orgánico. En los bebes cuando se ha añadido ácido cítrico a la leche poseen mayor resistencia al raquitismo.  Incrementa la absorción del calcio por el intestino. Así el ácido cítrico es , junto con la vitamina D, un importante factor en la prevención y curación del raquitismo.
De gran importancia práctica es la observación, que se ha podido comprobar, de que un par de pinceladas en la mucosa nasal y bucal con zumo fresco de limón en los portadores  de bacilos diftéricos conduce rápidamente a liberarse de ellos. Al parecer interviene en esa desaparición el ácido cítrico. Obsérvese a este respecto el efecto de la miel sobre los bacilos diftéricos.

Fuente: “La alimentación y la salud” del Dr. Ernesto Schneider.

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